domingo, 16 de agosto de 2015

Colegio BILBAO, o la importancia de haber sido maestro

Voy a cambiar el tono humorístico y lúdico de mis últimas entradas (pero sólo un poco, eh?) para dedicar una a un lugar que me cambió la vida. De hecho, esta entrada abre espacio a otros lugares o momentos de los que también guardo grandes recuerdos o han supuesto para mí puntos de inflexión importantes, y de los cuales iré haciendo entraditas o entradotas en este vuestro blog. Voy a empezar por hablar de mi relación con la docencia desde la perspectiva del COLEGIO BILBAO.

Es muy difícil explicar con palabras cuál es mi perspectiva de la docencia. Una forma de vida (eres o no eres), una esperanza, un camino, ..., todo menos una profesión al uso. Y es difícil tratar de explicar con palabras qué ha supuesto en mi vida ser maestro del colegio BILBAO (o lo escribo en mayúsculas o me refiero a él como El Colegio, el lugar donde definitivamente descubrí lo que me gusta hacer en la vida). No se trata sólo de un espacio o unas obligaciones diarias, se trata de una visión, de una propuesta continua de actividades sobre una actitud conjunta, el cambio, la educación para una sociedad basada en el bien común, sí, lo habéis leído bien, el "bien común" (ohhhhh este tío está loco). Al menos así lo compartí (y lo comparto) con varios amigos y amigas que he hecho en este rincón del mundo, un rincón que trata de expandir su propuesta poco a poco, pero de manera constante, en el seno de nuestra sociedad. No se trata de que El Colegio proporcione todo esto, más bien se trata de que los maestros y maestras han ido adecuando sus espacios y trayectorias, enseñanzas, visiones, etc. a que este cambio sea una realidad posible, una posibilidad real. Por encima de los espacios señores y señoras, está la voluntad de las personas. Y ahí, déjenme que les diga, mis compañeros y compañeras tienen mucho que decir, y mucho por hacer. Valores, ética, futuro, ..., son palabras muchas veces huecas, porque la naturaleza del cambio no está en seguir los actuales parámetros lingüísticos, sino propiciar el cambio de los mismos, de tal forma que no sean palabras las que marquen líneas de conducta, sino comportamientos grupales estables y focalizados en el progreso del ser humano como ser humano, no como ente independiente, como el producto de una educación que propicia las habilidades individuales por encima de las grupales. Todas estas intenciones (me refiero al cambio de costumbres a través de la educación) venían cimentándose desde el inicio de mi formación humanística, y aunque suene demasiado poético, fueron la conclusión de muchas discusiones filosóficas en mi etapa adolescente. La sociedad necesita un cambio que tiene que venir de la educación (ojo con eso!!! jejejeje). La sociedad empezaba a no tener sentido para mí. Cada día me sentía más desconectado del modus viviendi generalizado de nuestra sociedad consumista, y lo peor de todo es que el sentido práctico del ser humano en general empezaba a resultarme hueco por completo. Una cantidad ingente de seres vivos cuyo único fin es producir NADA (y, por supuesto, consumir los recursos del planeta donde habita).

Cuando llegué a México me propuse dar un cambio radical a mi vida. Muchos amigos me aconsejaron disfrutar de mi situación de desempleado por un año al menos, después de haber vivido muchas situaciones desagradables que me afectaron, debido a la crisis económica española, allá por el año 2010. No entraré en detalles ahora sobre si fue malo o peor, en otro post anterior hacía una reflexión sobre la mesura o cuantificación de un problema en función del paradigma social en el que te desenvuelves. Ahora veo aquellos problemas como puro producto de caprichos debidos a mi obsesión profesional. Necesitaba, pues, limpiarme, adquirir otras prespectivas, otros paradigmas sociales. Y he te aquí que las casualidades y las ganas de hacer cosas me llevaron por el camino de las propuestas sociales en México. Propuestas desde iniciativas privadas, por supuesto. Anduve formándome y capacitándome para apoyar desarrollo de proyectos en comunidades, participé en cursos de apoyo en organización económica en hogares, y participé en un programa de alfabetización (Alfabetiza 2012 y os dejo un ENLACE DE ADECO!!) a través del cual conocí el colegio BILBAO.

Me propusieron entrar en El Colegio mientras me formaba como alfabetizador, realicé un par de entrevistas donde, sobre todo, hablamos de visiones de educación, sobre Europa y América y sobre, por qué no, mi visión sobre la conquista, y casi saliendo para el comienzo de campaña de alfabetización (julio de 2012) me confirmaron mi entrada al mismo para el curso 2012-2013.

Es imposible que en una entrada de blog describa todas las sensaciones, desde que entré hasta que salí, que El Colegio me proporcionó (además, he de decir que conocí a mi mujer en una excursión a Teotihuacán con la escuela, os dejo otro ENLACE!!! para que no os perdáis, aunque las peripecias que nos llevaron a estar juntos llenarían otras cuantas entradas del blog, todas ellas maravillosas). De verdad, sentí que el cambio sí es posible, que el ser humano tiene la pasta necesaria para poder cambiar hacia un "bien común universal", hacia un principio por encima de lo humano. Cierto, no somos ni la mejor ni la peor especie (bueno, ahora mismo sí somos la peor, al menos bajo mi punto de vista, porque yo no he visto a una raza alienígena ni a un animal agotar los recursos de la manera en la que lo hacen los humanos), somos una especie más, la cual debe, de una vez, aprender a convivir en el espacio en el que le ha tocado desarrollarse. No hay otro misterio. La necesidad de evolucionar al ritmo del alumnado es una inyección constante de motivación, me sentía renovado todos los días, y a la vez agotado. No hay un día que no creara, que no pensara en conjunto. Las charlas sobre educación y vías debieran de llenar páginas y páginas de libros. Mejor, debieran llevarse todas las ideas propuestas a cabo, y de hecho muchas de ellas se ponían en práctica. Clases cuya valoración empieza con un 10 y es obligación de los alumnos y alumnas mantener su nota (principio de confianza mutua), descentralización de la figura del maestro (educación horizontal), diálogo directo persona-persona en vez de alumnado-profesorado, formación en habilidades para la vida (otro ENLACE!!! para quien no sepa de qué va esto de las habilidades), propuestas de nuevos desarrollos de redes sociales basados en valores diferentes y complementarios, de forma tangible, ..., ..., ...

Momentos de inspiración educativa o cómo romper tabúes. Sí, falta uno, lo sabemos.

Estaría escribiendo horas sobre todas estas propuestas, sobre cómo se intentaron o se intentan llevar a la práctica, sobre cómo van tomando forma, van variando, y van dando resultados. Lo haré. Y he aquí la conclusión. No puedo olvidarme de ello, aunque mi vida ahora esté en otro lugar opuesto a esta forma de vivir. No puedo olvidarme de "SER" maestro, es decir, el que "ES" maestro, porque es cierto, se nace, aunque lo tienes que descubrir, pero se nace. Me acuerdo de alumnos y alumnas, ilusiones, disgustos, riñas, conversaciones, anhelos, esperanzas, espacios y tiempos comunes, experiencias, del plantel de maestros y maestras, de las visiones, de la filosofía práctica de la educación, del repudio a una sociedad industrializada y consumista, de los pocos espacios untouchables que nuestra sociedad no nos ha dejado, de la ESPERANZA por un cambio a un entendimiento con la naturaleza, con el universo.

Mi mente está aferrada a ese camino, y ahora sólo estoy en una transición, que me llevará a retornar al camino de los caminos, a la DOCENCIA, a fundirme con la comunidad educativa donde no me siento ni maestro ni alumno, donde me siento YO.

Siempre os quiero. Gracias Colegio Bilbao. Gracias Andrés.

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